Cuando tenemos niños nos preocupa mucho la manera de distribuir el timpo, especialmente en vacaciones nos enfrentamos a 24 horas que tenemos que organizar, ¿pero cómo?
Lo que ya sabemos: las Rutinas
Estamos hartos de escuchar lo importantes que son las rutinas para los niños, dan seguridad y reducen las posibilidades de que haya conflictos por cosas cotidianas. Sin embargo para muchas familias seguir una rutina estricta es extremadamente complicado. Y es que, seamos sinceros, yo no conozco a nadie que cene todos los días a la misma hora sin importar que sea un día festivo o laborable, o que haga las cosas siempre en un orden determinado de manera completamente rígida, y tampoco creo que sea necesario. Si nuestros niños están sanos pueden adaptarse perfectamente a una variedad en sus hábitos que les ayudará a ser más flexibles.
El Ritmo
Aquí es donde entra en juego el Ritmo, que para mí ha significado un antes y un después en la manera que enfoco el desarrollo de las sesiones en el aula y la forma en que manejo mi propia vida.
En la pedagogía Waldorf se trabaja mucho el Ritmo (con los padres y maestros de manera también teórica, con los niños solo desde la experiencia). Si queréis saber más sobre cómo se vive el ritmo en el jardín de infancia Waldorf podéis leerlo aquí.
Si analizamos nuestro entorno, o a nosotros mismos, la Naturaleza es rítmica. Todos los días sale el Sol y todos los días se oculta, pero no lo hace siempre a la misma hora, ¿no? (vale, en el Ecuador sí, pero considerémoslo como a esas familias que son capaces de seguir una rutina estricta, la excepción)
Al final lo que nos dice la Naturaleza es que lo sano es alternar, inspiración y expiración, día y noche, las estaciones… Pero no es tan importante el horario, al fin y al cabo si nos tratamos como seres naturales (léase animales), nos damos cuenta de que el reloj no parece la mejor manera de ordenar los días de los niños, cuyo concepto del tiempo no está para nada maduro y tienen una percepción totalmente subjetiva del tiempo (no hablemos ya de los bebés, para los que lo único que existe es el momento presente). Los niños están mucho más conectados a lo natural, a lo instintivo, y mucho menos al reloj y al intelecto, así que ¿por qué no aprovecharlo?
Cómo podemos organizar el día
En fin, que lo importante es alternar momentos de actividad con momentos de esparcimiento y descanso, momentos de inspiración y momentos de expiración, sin importar tanto si un día las cosas se hacen antes o después.
El juego es la actividad de expansión por excelencia en la primera infancia, el juego libre, por su puesto; y me atrevería a decir que casi la única. Muchas actividades que a los adultos nos parecen lúdicas exigen mucho esfuerzo para los niños (recoger, hacer un corro, escuchar un cuento) son actividades que relajan, pero son de las que ordenan, de las que “compensan” el juego libre.
Para que sea más fácil de entender, cualquier actividad en la que el niño tenga que estar haciendo algo establecido para que funcione, como estar sentado, moverse de una determinada manera, comer… Son actividades de concentración, son necesarias y saludables, pero hay que tener en cuenta que siempre es necesario jugar, jugar mucho, jugar sin reglas.
Así que para organizar el día, especialmente ahora durante las vacaciones, a olvidarse del reloj y centrarse en las actividades. Si queréis ver un día de ejemplo podéis pinchar aquí, el día está pensado para un niño de dos años que está en casa, por supuesto, es sólo un ejemplo, no se trata de que hagáis esas actividades, sino de que encontréis cual es el esquema que mejor se adapta a vuestras necesidades y gustos.
No os preocupéis por
los bebés
Que no se me olvide, si tenéis un bebé pequeñito podéis relajaros. Ellos ya lo hacen solitos, vigilia, atención, comida, sueño… Respetad su propio ritmo. Y disfrutad siendo testigos de la perfección de su autoconocimiento, cómo se trata a si mismo casi con reverencia y no se somete a la tiranía de los horarios, sino a la sabiduría de su cuerpo. Y si podéis haced lo mismo, probad a comer cuando tengáis hambre y no a la hora de comer, a dormir cuando tengáis sueño (si os deja vuestro pequeño sabio).
Alternad vuestras actividades, al final el ritmo es sano para todos, a veces cuidarnos es más importante que terminar con la lista de tareas pendientes.
[…] estado hablando de las diferencias del ritmo aquí y de cómo se cultiva en la un jardín de infancia Waldorf aquí. Y, aunque he dado algunas […]